Gallos, un Oeste Cubano

La Valla.
Como podía la gente acostumbrarse a vivir en la ciudad? La información genética que me proporcionaban los orígenes rurales de mi familia había hecho efecto y regresaba tras un intenso regocijo con la dulzura prestada por el campo. Había llegado cuatro días atrás al famoso Valle de Viñales, con el motivo de retratar las tradicionales peleas de gallos.
Entrenamiento.
El espectáculo, sangriento y abusivo para el espectador urbano, adquiere otra connotación en el campo. Desde mis primeros momentos allí me llamó la atención esa peculiar relación del hombre de campo con los animales, utilitaria pero cercana,
Bar.
como en ese cuadro de Eduardo Abela donde el pintor muestra los “incontaminados” símbolos de cubanía a través del campesino y sus animales, los gallos finos y los caballos en particular protagonismo por su connotación simbólica de masculinidad.
Entrenador.
Me llevaron a ver los lugares de entrenamiento y cuidado de gallos, mientras me explicaban el proceso: el endurecimiento del gallo, el afilado del pico, la dieta especial, el enfrentamiento ficticio que lo fortalece y acostumbra a la batalla.
Mi Gallo.
Porque lo que parece un pasatiempo de campesinos significa mucho dinero en apuestas hechas en las vallas de pelea.
La Piña.
Después, en el camino a la valla pude ver esos paisajes maravillosos celebrados en los lienzos de Domingo Ramos, la airosa piña de esplendor vestida como la llamó Rubalcava, el valle de los Mogotes, con su extraña majestuosidad prehistórica.
Agua de Coco.
Allá las famosas vegas de tabaco, la llamada Cueva del Indio, después el Palenque de los Cimarrones, refugio de esclavos huidos, el sitio donde habitan los Acuáticos, célebres entre las leyendas locales por ser una comunidad de familias que seguían a una especie de líder espiritual que curaba con agua.
Machetes.
“Ahora solo quedan tres familias de Acuáticos -me explica el guía improvisado que se ha ofrecido a indicarme, hombre a caballo, con una gracia especial al montar- porque qué es eso de curar con agua? Eso es como otro guajiro que hay por aquí que dicen cura con un bejuco. Si eso fuera verdad no viviría aquí sino en la Habana en tremendo palacio, para eso están los médicos que han estudiado”. Hacemos un alto en el bohío de un amigo que me invita a beber agua de coco y me explica su curiosidad por la Habana y que si es verdad que allá no se puede andar con sombrero. “Para nosotros el sombrero es tan importante como un par de zapatos y debe ser de buena calidad”, “no, le dice el otro, si andas con sombrero se dan cuenta de que eres guajiro y te lo roban” “Mentira -responde este- si yo ando serio no me roban ná y me respetan”
Pesaje.
Una vez en la valla se ve el amasijo de hombres que llegan a caballo y discuten airados mientras se disponen a pesar el gallo que han traído, ponerles espuelas y refrescarlos antes del combate.
Bravo.
Los cuerpos fuertes, los modos rudos, la costumbre de hablar alto con gestos fieros y a explotar de repente ante el chiste no logra ocultar una dulzura interior.


Tres Generaciones.
Llevan estos hombres como un orgullo de su naturaleza campesina, de esa distinción o hidalguía con que visten el día de gala, con que montan el caballo o llevan su gallo a la pelea, que tiene como contrapartida el notorio machismo de la vida en el campo.
Mujer.
Hay una fortaleza también en las mujeres, aunque no van casi nunca a la valla. Sus ademanes son fuertes, pues parece que a los hombres de campo no les gustan las mujeres blandas ni muy blancas tampoco, como me explica el guía que ya he dejado atrás, porque –dice- el sol le sienta más bonito a la piel.
Campeòn.
Todos me despiden ante el inminente regreso. En sus ojos creo adivinar una mezcla de pasioncilla provocada por la curiosidad que le despierta lo desconocido pero que se aquieta rápido por cierta lástima ante el infierno que presienten me espera.

Veterano.
Hay un cierto vínculo afectivo que se crea siempre con los lugares y gentes visitados, pero que alcanzan una dimensión especial en el caso de Viñales.
En el ómnibus no podían faltar las baladas tradicionales ni Marco Antonio Solís, portavoz de reprimidas emociones que encuentran amparo en sus canciones: Mándame una canción, que más te vibre en el pecho. Eres el refugio donde me gusta esconderme, el lugar donde mi sentimiento duerme, junto a tu, junto a ti.

Sigue el enlace para ver nuestros tours fotográficos en Barcelona y la Habana. Más información en
www.barcelonatoursphotography.com

Comentarios

  1. gracias por compartir este viaje, pero son legales las peleas de gallos en cuba? yo pense que no. Recuerdo que una vez asisti a una valla de gallos clandestina en la Habana y la gente pedia que no se gritara tanto para que no se enteraran los vecinos o la policia.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario