LA FAVORITA

La Fotografía es un mensaje.


El desciframiento, aunque apegado a una manía interpretativa que adultera el mensaje fotográfico en la medida que lo recompone de acuerdo a ideas preconcebidas que persigue el lector y que lo apartan del verdadero disfrute intrínseco a su belleza formal (en la forma está el mensaje) pero cada imagen es también un mosaico de símbolos que se pueden conectar a través de una anécdota, una historia, o una serie de elementos que recrean determinada identidad cultural, geográfica e histórica.
Un lugar, como la casona de “El Siglo de las Luces” de Alejo Carpentier, separa a sus protagonistas del mundo exterior, una casa, una isla, los mantiene alejados de los grandes acontecimientos de la época y resalta la subjetividad de los personajes apresados entre los objetos de la familia, los libros y la música.





La pose transmite el mensaje de un espíritu penitente, como de agónica espera o silenciosa preocupación en el instante detenido.








.Habitantes de una realidad desolada, los objetos se confabulan para resaltar la introspección, para conectarse a la anécdota y al recuerdo, son protagónicos los fragmentos de desechos que rodean al sujeto, el fragmento faltante de cristal que permite al ojo llegar hasta el rostro reflexivo como en un asomo ante la realidad ajena, la máquina de escribir que reina en su orgullo de antigüedad, intocable objeto de reliquia. Los objetos recrean una identidad evocadora.












En cuanto al tema, la foto trata de la historia, del poder de convocar el pasado, recrea un instante detenido del tiempo en que un sitio decrépito, formado por sucesivas capas de polvo, aun cómodo pero turbador por el poder de los recuerdos, se transforma en un universo arruinado y donde la solución formal de resaltar el rostro como núcleo central de este sistema subraya el poder de lo pensado y de los recuerdos.

La pose de vedette congelada en su mundo de estrella rutilante de espectáculo inexistente que sin asomo de estigmatizado libertinaje no es sino una mueca a las aspiraciones del ego y a la vanidad del espíritu empobrecido.
Los objetos se acumulan entre el polvo alrededor y chocan contra ese primer plano de muro de ladrillos naranja que subrayan la desnudez agrietada y la materia reseca.Podría ser una diva de voluntad negativa, enclaustrada en el vientre de la Tierra, en la oscuridad laberíntica de su propio ser donde las palpitaciones señalan la vida como el haz de luz central. Como en un eterno retorno, en una manía obsesiva ella repite el canto de la Tierra que la atrapa.
La diva se coloca un traje de baño y se zambulle en la luz mística dentro de un dormitorio desvencijado.
Los objetos sirven para darle un marco a la ilusión, de un lado lo real, lo verdadero del otro lo falso. Una cama que no sirve para el descanso, sino como puerta de entrada a la ilusión. Por que oponerlos, no serán dos partes de una misma trama?
El salto a la luz significa una transformación, una liberación. Escamotea al poder, pasa inadvertida ante el poder que proclama que solo los mejores pueden pasar al otro lado, saltar los muros, los más rápidos, menos sensibles ante las minucias, los más capaces, los superhombres.









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